La fábrica de Raytheon en el PTA, comprada por un grupo americano que quiere potenciar su actividad

Fue la primera compañía que compró una parcela en el PTA, allá por 1990. Cuando los Reyes acudieron a inaugurar su fábrica seguramente se quedaron sorprendidos de que una multinacional americana (Hughes Microelectronics se llamaba) hubiera elegido aquel erial para montar una planta de componentes electrónicos de uso militar. 25 años después, la industria decana de la tecnópolis no sólo mantiene su apuesta por Málaga sino que está en fase de relanzamiento. La planta, que tiene 98 empleados, pertenecía a Raytheon (un grupo industrial estadounidense que en su día absorbió a Hughes) pero fue adquirida el pasado 24 de septiembre por American Industrial Acquisition Company (AIAC), que se ha marcado el objetivo de potenciar su actividad, principalmente enfocada al sector de defensa y aeroespacial.

Los nuevos propietarios han rebautizado la fábrica con el nombre de Málaga Aerospace, Defense and Electronics Systems, S.A. (Mades). Incluir el nombre de Málaga en su razón social es una muestra de que la compañía «quiere seguir ligada a la ciudad», según su nuevo director gerente Jean Montalvan. Tras la adquisición, que tuvo que ser autorizada por el Consejo de Ministros, se ha puesto en marcha un plan de expansión con la meta de convertir a la planta en «referente de la fabricación de sistemas electrónicos en el sector de la tecnología de defensa y aeroespacial».

¿QUÉ HACE MADES?

Defensa. Su principal sector. Produce componentes electrónicos avanzados destinados a los principales programas militares de EEUU y Europa.

Aeroespacial. La presencia en este sector es aún incipiente e incluye el A-400M (avión de transporte militar europeo).

Industrial. Supone el 30% de su negocio. Ha producido módulos de control de ‘airbag’ , radares, sondas de pesca y microchips que sirven para controlar los movimientos de salmones en el Pacífico.

La llegada de AIAC ha traído nuevos aires a la veterana industria electrónica. Para empezar, nunca antes sus puertas se habían abierto a la prensa. La empresa tenía miedo de violar los exigentes requisitos de confidencialidad de sus clientes, que se enmarcan en el sector militar. Ahora, manteniendo la prudencia, la nueva propiedad se propone «establecer vínculos con la sociedad malagueña». Por ejemplo, se plantea colaborar con la Universidad.

La primera acción en la que se ha embarcado la nueva gerencia es una ronda de visitas a clientes actuales y potenciales en Estados Unidos y Europa –la firma exporta el 80% de sus productos–. Y es que la fábrica afronta un importante cambio de enfoque. Antes no vendía directamente, sino que respondía a encargos internos de su matriz. Ahora, aunque va a seguir trabajando para Raytheon, quiere conseguir nuevos clientes.

Según el nuevo director gerente, la planta va a beneficiarse en esta nueva etapa de las sinergias con otras empresas del grupo AIAC. Esta corporación industrial norteamericana está presente en 15 países con más de 60 compañías y un equipo de 8.000 personas. Su especialidad es la adquisición de empresas viables que tienen «algún tipo de reto», sea financiero, de organización o de mercado. En el caso de Mades, Montalvan aclara que se trata de una empresa rentable y «sin ningún problema de gerencia ni de producto».

En 2014, la antigua Raytheon facturó 16 millones de euros y este año pretende crecer un 10%, manteniéndose en beneficios. Entonces, ¿cuál es el reto? «Trabajar desde España para clientes que están en su mayoría en EE_UU», explica el ejecutivo. «El sector militar está muy controlado y el cliente es conservador. Ahí es donde puedo yo ayudar. Voy a pasar tiempo allí abriendo mercado y además buscamos un representante permanente», explica.

Mantenimiento de empleo

Respecto a la política de empleo, los nuevos dueños de la planta aseguran que pasa por el mantenimiento a corto plazo y el crecimiento a futuro. «Ahora estamos centrados en el desarrollo de negocio y eso, naturalmente, irá dando paso a más empleos técnicos». Hay que recordar que la antigua Raytheon sufrió entre 2009 y 2010 varias oleadas de despidos.

Mades fabrica tarjetas electrónicas, sistemas de guiado y de actuación, subensambles y otros equipos electrónicos para aplicaciones críticas que exigen un altísimo grado de fiabilidad. «Si un producto nuestro falla puede costar vidas. Todo nuestro sistema de producción se enfoca a evitar el error. Tenemos un porcentaje de fallo de 25 partes por millón. Es una tasa bajísima que hemos conseguido gracias a nuestros programas de mejora continua», explica el gerente de planta, Cristóbal Subires.

De los ‘microchips’ para mascotas a la industria militar

El primer producto que salió de la fábrica de Mades (entonces Hughes) fue un microchip de identificación de mascotas. A éste le siguieron otros como el módulo de control del ‘airbag’ (se llegaron a vender 1,5 millones). Tras la incorporación en el grupo Raytheon, la planta apostó por la electrónica para aplicaciones navales (radares y sondas de pesca sobre todo). Después, en 2003, se incorporó a la división Elcan, dedicada a sistemas ópticos para aeronáutica y defensa. Pero en 2010, en plena crisis mundial y tras recortar su plantilla de forma importante, se reenfocó en los sistemas electrónicos de muy alta fiabilidad y consiguió contratos muy importantes para el sector militar en Europa y EEUU.

En la planta no se realizan producciones masivas. Lo que hace Mades es más bien una artesanía industrial, pues se especializa en dispositivos muy complejos que las fábricas chinas no podrían asumir. Debido a la exigencia de confidencialidad, sus responsables no pueden divulgar para qué programas militares trabajan o cuál es el destino final tienen sus productos. Pero se sabe que nombres como Eurofighter o A-400M figuran en su hoja de servicios.

Aparte del sector de defensa, la compañía quiere potenciar su presencia en el ramo aeroespacial, que ahora es incipiente. AIAC contemplan, de hecho, comprar alguna empresa española más que complemente a Mades en este terreno. Además, la firma fabrica componentes electrónicos para la industria civil. Un ejemplo curioso son los ‘microchips’ para animales, que fue el primer producto que salió de la planta en 1992 y hoy todavía se fabrican, aunque ya no para mascotas sino para el seguimiento de las poblaciones de salmones en el Pacífico.